Gran Sabana no postal

Mi madre siempre dice que vivo "en el fin del mundo". Yo vivo en la Gran Sabana, en el sureste extremo de Venezuela, en un sitio tan distante
y tan distinto que hasta se me ocurrió quedarme a vivir. Los invito a conocer esa Sabana que experimento en mi cotianidad: la Gran Sabana no postal.

miércoles, 20 de febrero de 2013

Urimán



Rodeados de tepuyes, ríos y sabanas, los de Urimán viven de la extracción del oro y del diamante y, cada vez menos, de la caza, la pesca y la recoleccion. Fotografías: Cortesía.

El jueves siete, a eso de las siete de la mañana, mientras buena parte del país asistía a su penúltimo día de trabajo antes de arrojarse al relajo del Carnaval, un grupo de habitantes de Urimán desarmó y amarró a 43 efectivos de la 51 Brigada de Infantería “Paracaidistas”.
Los “boinas rojas” aterrizaron en estos confines a mediados de enero como parte del plan Arekuna para controlar la minería ilegal. Tres semanas después, los pemón capturaron a los 29 hombres asignados al puesto militar. Eran las siete cuando aprehendieron y ataron al primero. A eso de las nueve, ya habían sujetado incluso a los que apenas descendían de un helicóptero hacia la Sabana. 43 en total.
Urimán es el tercero de los sectores en los que se divide el pueblo indígena pemón; se encuentra en el noroccidente de Gran Sabana, el municipio más al sureste de Venezuela. Entre ríos, tepuyes, selvas y sabanas, Urimán abarca 12 comunidades: Aripichi, Punta Blanca, San Miguel, Awarauká, Kapauré, Sabanita, Purpurkén, Los Frijoles, Tirika, Itewekén y Abekrí y el propio Urimán.
En este sitio, al cual prácticamente sólo se llega por aire, habitan 2896 personas. Por tierra, desde Santa Elena, Ikabarúa, vía Parkupí, la travesía se prolonga a dos semanas de navegación fluvial alternada con caminatas de selva y sabana. Los de Urimán viven de la extracción del oro y del diamante y, cada vez menos, de la pesca, el conuco, la caza y la recolección.
Después del mediodía, emitieron el Pronunciamiento Nro. 1, a modo de explicación con respecto a la acción tomada. En una hoja tamaño carta, impresa en letras rojas, los capitanes (líderes generales y comunitarios) de estos territorios  manifestaron lo que sigue:
“El Pueblo Indígena Pemón cansado y harto de años de abuso, los atropellos, la extorsión, el chantaje, tráfico de influencias perpetrados de una manera descarada por efectivos castrenses, hemos levantado nuestras flechas en protesta y declaramos nuestro total y categórico rechazo a todo lo antes mencionado y mantendremos esta posición hasta que hagan presencia física en la comunidad el vicepresidente del país Nicolás Maduro, los titulares de los ministerios del poder popular para Energía y Minas, Ambiente, Defensa y Pueblos Indígenas. En caso de controversias que puedan surgir con respecto a esta posición antes mencionada se procederá a ser resueltas en base a nuestro derecho propio y en nuestra jurisdicción, sin menoscabo a los derechos de terceros”.
Junto con la hoja impresa en rojo, los voceros pemón indicaron (sin identificarse personalmente, dado el carácter colectivo de la protesta) que esta toma formaba parte de un plan de acciones escalonado, pensado y ejecutado en demanda de respeto hacia las poblaciones ancestrales, sus territorios y por la mejoras inmediatas en materia de salud, educación, transporte y vías de comunicación.
El viernes ocho un grupo del sector VI-Uairén tomó el Aeropuerto Internacional de Santa Elena de Uairén. Así, los líderes pemón negociaron una serie de acuerdos con el Alto Mando y el Ejecutivo, procedieron a la liberación de los militares retenidos y devolvieron las armas.
Acordaron que no se emplearán términos indígenas (como arekuna por ejemplo) para identificar operativos militares que “van a arremeter contra los derechos indígenas”.
Según el Diccionario Pemón (UCAB 2007) el vocablo arekuna identifica a uno de los grupos tribales que forman parte de este pueblo indígena y vendría de are, rata de agua, como parte de una leyenda satírica.
También se pactó la reactivación de los cupos de combustible para las comunidades indígenas y se dijo que se someterá a su consideración cualquier modificación al respecto.
Las comunidades se comprometieron a trabajar la minería sin dañar los cauces de los ríos y a velar por la prohibición del trabajo minero dentro de los límites del Parque Nacional Canaima.
Entre los pemón, hay quienes creen que sólo mediante tarén –ensalme, remedio mágico para bien o para mal- sus paisanos de Urimán lograron neutralizar a los uniformados de las boinas. Que si algunos de ellos fueron entrenados en Irán; Que si Clíver Alcalá (el jefe de la Región Estratégica para la Defensa Integral Guayana, REDI Guayana) dijo esto o lo otro; Que si escondieron las armas a tantos días de caminata.
El lunes 11, en pleno Carnaval, los pemón comenzaron a discutir el reglamento de los acuerdos logrados. Ese día el kilo de oro ya superaba el umbral de los 1000 bolívares y ninguno de los turistas que viajó a El Paují, al sur de la Gran Sabana, al margen del Parque Nacional Canaima, pudo bañarse en su poza antes ocre, inmensa, cristalina. Varios días antes, el trabajo minero la había sedimentado casi hasta desaparecer.

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