Gran Sabana no postal

Mi madre siempre dice que vivo "en el fin del mundo". Yo vivo en la Gran Sabana, en el sureste extremo de Venezuela, en un sitio tan distante
y tan distinto que hasta se me ocurrió quedarme a vivir. Los invito a conocer esa Sabana que experimento en mi cotianidad: la Gran Sabana no postal.

jueves, 26 de enero de 2017

Los saqueadores viajaron en autobús desde el Km 88




En la frontera venezolana hacia el Brasil, los alimentos de primera necesidad son probablemente más caros que en el resto del país, pues los precios se calculan en reales brasileros o en oro y la salida de circulación del billete de Bs. 100 paralizó un mercado que se maneja casi exclusivamente en efectivo. Sin embargo, los protagonistas de los saqueos de diciembre pasado fueron un grupo de hombres y mujeres foráneos que cargaron sobre todo con ropa, si bien a aquella acción se sumaron algunos habitantes de esta ciudad que hasta hace pocos años fue un oasis paz en medio de la majestuosa Gran Sabana. Fotografía: Morelia Morillo


El 17 de eneros, El Pitazo editó y publicó este relato…

La mayoría de quienes participaron de los saqueos del 17 de diciembre pasado en Santa Elena de Uairén llegaron a esta frontera en dos autobuses y media hora después ya estaban violentando santamarías, estallando vidrieras y cargando en sus brazos con todo cuanto podían.

Los dos autobuses -destartalados, de vidrios ahumados y sin señales vigentes que los vinculen a alguna de las líneas que a diario viajan al sur- permanecen a la orden de la Fiscalía VI del Ministerio Público en el estacionamiento de la sede que comparten el Instituto Nacional de Transporte Terrestre (INTT), parte de las dependencias del Servicio Administrativo de Identificación Migración y Extranjería  (Saime) y que a su vez colinda con el Centro de Coordinación de la Policía del Estado Bolívar (PEB) en Santa Elena, la última de las ciudades venezolanas hacia el sureste remoto.

Un vocero del llamado grupo de los consejos comunales contó, luego de solicitar que se reservara su nombre, que recibieron una llamada de un miembro de uno de los sindicatos que hacen vida en el Kilómetro 88, un pueblo minero ubicado sobre la Troncal 10 a 227 kilómetros de Santa Elena.

En sur del estado Bolívar, se llaman sindicatos las organizaciones armadas que imponen el orden mediante el terror en los yacimientos ilegales de oro y diamante, a cambio de un porcentaje.

"Nos dijeron que de allá habían sacado a un grupo de gente y que esa gente subió a dos autobuses que viajaban hacia acá con pocos pasajeros (…) Los pasajeros a los que entrevistamos, la gente de aquí, nos dijo que venían asustados porque algunos de esos hombres estaban armados (…) Los consejos comunales y las cooperativas de moto taxis nos movimos hasta La Guillotina, pero nos dijeron que ya había pasado uno de los buses".

La Guillotina es el último de los seis puntos de control distribuidos entre el 88 y Santa Elena, a lo largo de la Troncal 10. En el sitio, como en la mayoría de las alcabalas pre fronterizas, hay efectivos de la Guardia Nacional Bolivariana (GNB), en una de las seis alcabalas se encuentran apostados soldados del Ejército y en la comunidad indígena de Kumarakapay funcionarios pemón de la PEB.

Aquel sábado, 17D, según los relatos de los testigos y la versión del vocero del consejo comunal, los pasajeros de al menos uno de los dos buses no descendieron en el Terminal de Santa Elena de Uairén sino en la entrada de la localidad, sobre el encuentro de las avenidas Perimetral y Mariscal Sucre y desde allí caminaron hacia el centro de la ciudad.

Mientras un grupo caminaba por la Mariscal Sucre hacia el oeste, hacia el comercial las Tres Vírgenes, el otro lo hacía por la Perimetral hacia el sur, hacia la calle Urdaneta.

"Había un descontento porque en las Tres Vírgenes estaban vendiendo muy caro y cobrando un porcentaje por las tarjetas", comentó un comerciante local al tiempo que prohibió dar su nombre.

"Primero llegaron aquí, pero el policía que estaba afuera logró controlar la situación y ellos siguieron", comentó un empleado de las Tres Vírgenes, el bodegón más surtido de la zona.

En Santa Elena de Uairén es común que los establecimientos comerciales más exitosos cuenten con la custodia exclusiva de un agente de la PEB.

Quienes minutos antes habían abandonado aquel autobús, continuaron caminando por la Avenida Mariscal Sucre y cruzaron en la calle Roscio, media cuadra antes de llegar al Destacamento de Fronteras 623 de la GNB. Se proponían entrar al Comercial Calle Roscio, pero fueron rechazados por el grupo del Poder Popular, de la GNB y del Ejército que los esperaba.

"Venían desde aquí y desde allá", desde los dos extremos de la vía. "Pero los más numerosos eran los que venían de acá", de la Mariscal Sucre, los foráneos. Los que venían en sentido contrario eran los habitantes de la localidad que se iban sumando al rumor de saqueo.

"Logramos cerrar aquí y cerramos Chamín", dijo el vocero de los concejos comunales en el Comercial Calle Roscio, uno de los primeros supermercados chinos de esta frontera. Chamín por su parte es uno de los principales distribuidores de frutas, verduras y carnes de Santa Elena.

Los videos colgados en youtube permiten ver, frente al Comercial Calle Roscio, una barrera de uniformados y civiles. Sin embargo, en el resto de las vías del casco central los efectivos eran pocos y quienes protegían los locales comerciales eran los propietarios, sus clientes, los moto taxistas, los voceros de los consejos comunales, todos armados con palos, cabos de hachas, picos y palas que repartió el dueño de una de las ferreterías del centro.

Un efectivo de la GNB adscrito al Destacamento 623 dijo que él, como tantos otros, ya se encontraba disfrutando del descanso decembrino y que fue convocado a regresar al Comando.

Sobre el mediodía,  a 200 metros de distancia, docenas de personas, la mayoría de ellos desconocidos, cargaban con la carne, el pescado, el pollo y el dinero en el abasto Yor Bellorín, dejando las verduras y las frutas. A ellos se sumaron algunos habitantes de esta localidad de alrededor de 30 mil personas en donde muchos se conocen al menos de vista, así lo demuestran los videos de las cámaras de seguridad y captados por celulares.

Poco después, en la calle Urdaneta, otros arremetían contra los portones y exhibiciones de La Chiquitina y la Wrangler, tiendas de ropa ubicadas a menos de 100 metros de la Alcaldía del municipio Gran Sabana. 100 metros más allá, otro grupo desmantelaba Paraíso Intimo, un almacén de venta al mayor y detal de prendas de uso interior y de dormir.

"Trapo no cubre hambre", dejó colar una mujer vinculada a uno de los negocios saqueados entre sus labios fruncidos. "Eso es mentira que no era gente del pueblo", cuestionó, puesto que ella logró identificar a varios vecinos, cargando con la ropa de la primera sección de la tienda.

Según sus cuentas, de su establecimiento se llevaron alrededor de Bs. 70 millones. Tan sólo la máquina fiscal le costó dos millones. Dijo que ninguna institución gubernamental ha concretado la ayuda financiera de la cual se ha hablado. Tras 11 años de trabajo, su local está vacío; la tienda Wrangler mantiene la santa maría abierta a medias y Paraíso Intimo está como quedó aquel día: en el suelo; a través de las rejas, se observa un cementerio de maniquís y mobiliario roto.

"Definitivamente fue un atraco colectivo de las tiendas de ropa de Santa Elena de Uairén (…) La mayoría era gente de San Félix", definió Lisa Henrito, líder de la Comisión de Seguridad Indígena que acompaña a la PEB en sus funciones en el municipio Gran Sabana, tierra ancestral del pueblo pemón.  Ella agregó que había personas del pueblo instigando a saquear algunos locales.

Pasado el mediodía del 17D, bajo una llovizna intermitente, 43 de los integrantes de la Guardia Territorial Pemón (GTP) salieron a la calle. La GTP es una organización creada hace apenas meses por las comunidades indígenas para detener la arremetida del hampa contra los pobladores locales y contra los prístinos espacios que constituyen la herencia de este pueblo originario.

"Fuimos peinando en cuadrillas, caminamos hasta la plaza (Bolívar), hasta El Manguito (uno de los bares más concurridos durante los fines de semana en el centro de la ciudad), nosotros como indígenas entramos a las casas y encontramos parte de la ropa saqueada. Los saqueadores se metían a los hoteles porque en ese grupo había prostitutas", comentó Henrito.

En la medida en que la minería prolifera en la Gran Sabana se multiplica la cantidad de prostitutas, jóvenes venidas de las ciudades más importantes del país, en las calles de Santa Elena. 

Al final de aquella tarde, luego de los primeros saqueos en la historia de este poblado fronterizo fundado hace más de ochenta años, se contabilizó a 92 detenidos. Dos días después, 63 de ellos fueron presentados ante el Ministerio Público en Ciudad Guayana y luego conducidos a la Cárcel de El Dorado y a otras prisiones. Nueve de los procesados son mujeres que se dedicaban a la prostitución. 12 de los aprehendidos son menores de edad.

La Comisión de Seguridad Indígena procesó a tres de sus paisanos, hombres pemón que llevados por aquella emoción masiva se unieron a los saqueadores. Los llevaron al silo (especie de sitio de sanción comunitaria indígena), les raparon el cabello y les leyeron las enseñanzas bíblicas.

Cuatro de los hoteles del centro fueron cerrados temporalmente y se suspendió el ingreso  de autobuses durante cinco días; en gratitud con el pueblo, los comerciantes bajaron los precios, un gesto que caducó tras al levantarse el cierre fronterizo, el seis de enero pasado. A partir de la segunda semana de enero, subió el real y los precios retomaron su escalada.

"El propio comandante (GNB) dijo que no tenía orden de actuar y la PEB estaba acuartelada. Se demostró que no tenían capacidad para controlar", dijo Henrito. "Pero Santa Elena tiene una gran fortaleza ante este tipo de situaciones. Somos una potencia. Sólo tenemos que coordinar".

Aquella noche, según el sentido relato que compartió con los asistentes a la sesión del 19D en la Cámara Municipal, el recién juramentado comandante del Destacamento de Fronteras 623 de la GNB, Dennys Ferrer, se arrodilló y dio gracias a Dios por la valentía de aquel pueblo remoto.

Durante la jornada, Ferrer sufrió una caída por lo que recibió siete puntos de sutura en su brazo derecho, algo insignificante en comparación con lo que pudo haber sucedido si aquella embestida no hubiera sido controlada en tiempo récord. Explicó que no podía emplear armamento de guerra.






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