Aunque aman su profesión, entre 109 y 300 maestros
abandonaron las aulas de clases de las escuelas y liceos de la Gran Sabana para
dedicarse a actividades que simplemente les permitan sobrevivir a ellos y a sus
familias.
Efectivamente, algunos, los indígenas principalmente, se van
a las minas de oro y diamante, pero los demás, los criollos, los no indígenas, se
dedican a taxiar, a vender productos Tupperware, perros calientes, empanadas o
gasolina.
En la distante frontera venezolana hacia el Brasil, el
docente de más alta calificación devenga una sueldo mensual de entre 18 000 y
22 000 bolívares, el alquiler de una habitación cuesta entre Bs. 15 000 y Bs.
20 000, según nos informó una arrendadora, un kilo de harina de maíz Bs. 500,
según la dueña de una bodega y el pasaje mínimo, en la zona urbana sólo hay
taxis, Bs. 300.
La Gran Sabana es el territorio ancestral del pueblo
indígena pemón, una zona prístina sobre la cual rigen diversas figuras de
protección ambiental: el Parque Nacional Canaima, el Monumento Natural los
Tepuyes, la Zona Protectora Sur del estado Bolívar y la Reserva Hidráulica de
Ikabarú.
Durante años, Los estudios de la Corporación Venezolana de
Guayana (CVG) y de Electrificación del Caroní (Edelca) establecieron, sin pizca
de duda, que esta zona tiene vocación para el turismo y la generación de agua para
la producción hidroeléctrica. Sin embargo, se trabaja cada vez más la minería
sin control.
Es noviembre de 2015. En las zonas rurales, prolifera la
minería, incluso dentro del Parque Nacional Canaima; mientras que en la capital
municipal, en Santa Elena de Uairén, abunda el comercio de todo lo existente y
la venta doméstica de combustible, dos negocios impulsados por la demanda de
los vecinos brasileros cuya moneda, el real, se cambia en 175 bolívares venezolanos.
Se calcula que la mitad de la gasolina que sale de las
estaciones de servicio locales, en donde se forman enormes colas diariamente,
va a las minas, en donde un tambor de 200 litros puede costar hasta Bs. 300
mil; mientras que el otro 50% va a Brasil. En Venezuela, un litro de gasolina
no cuesta ni un bolívar. En Brasil cuesta casi cuatro reales. Clandestinamente,
los brasileros la pagan hasta en dos reales es decir en aproximadamente Bs. 340
por litro.
Una funcionaria del Distrito Escolar Número Cuatro,
correspondiente al Municipio Gran Sabana, confirmó que durante el año académico
2014-2015 renunciaron al menos 80 docentes, aunque advirtió que pudieran ser
más pues esta cifra corresponde a las renuncias ya procesadas sin contar a
aquellos profesionales que se retiraron de sus aulas sin haber finiquitado su
relación laboral con el Ministerio del Poder Popular para la Educación (MPPE).
Pero además, esa misma fuente, dijo que en lo que va del año
escolar 2015-2016, en tres meses, renunciaron al menos 25 docentes.
Otra funcionaria de esa dependencia alerto, siempre bajo la
condición de la confidencialidad, que al cierre del año escolar 2014-2015 se
retiraron 300 docentes en todo el municipio, esto sumando a los que prestaban
servicio tanto en las comunidades indígenas como en la zona urbana.
Al cierre del año escolar 2014-2015, los directores de
plantel, las autoridades del Distrito Escolar y de la Alcaldía se reunieron
para discutir en torno a esta situación y elaboraron una carta dirigida al
Ministerio de Educación, entonces liderado por Héctor Rodríguez, para exponer
lo que está sucediendo y solicitar 109 ingresos. En respuesta, en noviembre se
incorporaron 83 nuevos maestros, pero el resto de los problemas que han llevado
a esta crisis continúan sin solución.
En algunos casos, las vacantes permanecen. Valdirene Dos
Santos contó en fundaciónmujeresdelagua.blogspot.com que en la escuela de la
comunidad de El Paují los niños de diferentes grados fueron reunidos en una
sola aula.
En la Escuela Integral Bolivariana EIB "El Salto"
se fue la mitad de los maestros, algunos de ellos por jubilación, otros por
incapacidad y otros por renuncia. Ante la eventualidad, algunos padres debieron
asumir el liderazgo de las aulas. Durante dos meses, Kámala Manjari ejerció como
docente de segundo grado.
El Preescolar Gran Sabana, adscrito a la EIB "El
Salto", se postergó durante al menos un mes el comienzo de clases para los
niños y niñas del primer nivel pues una de las maestras solicitó su jubilación
y la otra su cese por incapacidad. Finalmente, el Consejo Comunal de Brisas del
Uairén y la Alcaldía de Gran Sabana contrataron una docente a la cual le pagan
24 000 bolívares.
La escuela de la comunidad indígena de Las Agallas cerró
hasta nuevo aviso y la de Ikabarú, la capital de la segunda parroquia del
municipio, comenzó clases con al menos un mes de retraso, cuando la Zona
Escolar Bolívar logró ingresar a cinco maestros nuevos, todos provenientes de
otras municipalidades, aparentemente con el compromiso de que no solicitaran
cambio durante los próximos ocho años.
En Ikabarú, una zona fundamentalmente minera ubicada a 114
kilómetros de carretera de tierra de Santa Elena, un pollo cuesta hasta dos
gramas de oro es decir al menos Bs.30 000. Para cobrar, un maestro debe viajar
hasta la capital municipal pagando por un puesto en un vehículo rústico Bs. 3
000 y Bs. 3 000 más para regresar. Todos los pagos de los maestros se realizan
a través de cuentas corrientes del Banco de Venezuela, que sólo tiene agencia y
cajeros automáticos en la capital de municipio. Los docentes reciben una
tarjeta de débito, pero los cajeros locales sólo procesan retiros diarios de
hasta Bs. 3 000.
"Los maestros
que se quedan, los que no renuncian, lo hacen porque les gusta mucho o porque
están a punto de jubilarse, pero además venden productos, ropa, gasolina, hacen
taxi", nos comentó la funcionaria confidencialmente.
Testimonio en pareja
Nardy Torres y David Silva son esposos, padres de dos niñas
y docentes. Los dos aman su profesión, sienten que sólo así sirven a sus
familias y a su comunidad y sin embargo ambos renunciaron a sus cargos
"por motivos económicos".
"Porque con dos sueldos no daba para comer", dijo
David.
Él renunció hace año y medio. Se desempeñaba como el
coordinador de pastoral de la Unidad Educativa "Fe y Alegría de Manak
Krú", su carga horaria era de 36 horas semanales y devengaba en ese
momento Bs.4 500 más un bono por sus labores de coordinación. "Iba al
mercado y llegó un momento en el que dejaba la quincena, parte de mis ahorros y
el cesta ticket".
Ahora, se dedica a hacer transporte, por cierto nos comentó
que tiene el carro parado por falta de repuestos, tiene junto a su esposa una
pequeña bodega en casa de la abuela de ella y vende envases plásticos en un toldo
que arma a un costado de la Troncal 10. "A los brasileros que pasan".
"A mí me gustaría estar dando clases, eso es lo mío. Me
gustaría que esta situación cambiara y volver a la docencia porque en la
situación actual del país el docente no puede vivir de su trabajo".
Nardy es docente de preescolar de la Unidad Educativa
"Darak Merú", renunció al cierre del período escolar pasado, pero
continuará trabajando hasta diciembre porque sus superiores le expusieron
"si tú renuncias, con quién se van a quedar los niños". Ahora atiende
la bodega, vende helados y hace ponqués.