Gran Sabana no postal

Mi madre siempre dice que vivo "en el fin del mundo". Yo vivo en la Gran Sabana, en el sureste extremo de Venezuela, en un sitio tan distante
y tan distinto que hasta se me ocurrió quedarme a vivir. Los invito a conocer esa Sabana que experimento en mi cotianidad: la Gran Sabana no postal.

jueves, 1 de agosto de 2013

Afuera, desde la ventanilla



Ahora, tenemos avión pero hasta "antier" sólo la Troncal 10 nos llevaba hasta "afuera". Antier acá es una expresión que se refiere al pasado. Desde el lunes 29 de julio Santa Elena cuenta con vuelos de Conviasa


En la Sabana, “salir para afuera” significa viajar más allá de la Piedra de la Virgen, del Kilómetro 88, trascender la Sierra de Lema y explorar ese otro mundo.

Vivir acá es vivir en una isla rodeada de sabanas, de morichales, de ríos, una isla apenas aledaña a una frontera -escasamente poblada- detrás de la cual hay más verdes y aguas.

“Allá afuera es peor”, suele escucharse acá con respecto a temas como la escasez, el desempleo, la inseguridad, la inflación.  “Aquí todavía se puede vivir”.

Después de dos años y medio sin salir de la Sabana, subí a un autobús que rodó durante 10 horas hasta la ciudad de Puerto Ordaz y desde ahí a otro, aparentemente directo hacia la ciudad de Valencia con rumbo a Barquisimeto.

Esas montañas verdes son inconfundibles. Y repente, abrí los ojos y cruzábamos Caracas. Hace casi exactamente 13 años partí.

Sobre esos cerros de cascajos, cercanos a Petare, en donde cubrí el deslizamiento de unas viviendas y el desalojo de sus habitantes por parte de Protección Civil (PC), una de mis última pautas como reportera de Ciudad de El Universal, hay más ranchos que antes.

Pero ahora, el ingenio y la necesidad popular cubren esas laderas con los vinilos impresos con propaganda política. Reutilización para la vida. Al extremo, en las salientes de mayor pendiente, el material propagandístico es empleado para arropar las barracas más vulnerables.

Descubro, los rieles de un tren aéreo cuyo destino desconozco.

Hay mucho hollín y aunque el autobús rueda sin tráfico -porque es sábado y muy temprano- la unidad  se balancea sobre el pavimento como si navegara a mar abierto.

En una camioneta,  un hombre lee en la tapa del Última Noticias acerca de un joven asesinado a balazos y El Carabobeño, empleado como tapete a la entrada del urinario, reseña la muerte de aquel que acudió a comprar una moto a la que llegó a través de un anuncio web.

Tras la ventanilla, la ciudad que fue mi hogar, pero el conductor auxiliar acaba de alertar que, eventualmente, en esta zona, lanzan piedras contra los cristales, debemos correr las cortinas.

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