“Tengo que ir, dijo, porque
en Brasil es obligatorio. Para hacer trámites de documentos, exigen el título
de elector” y la mostró. Foto: Morelia Morillo
|
El domingo pasado, Rosana Castro votó dos veces.
Ella es brasilera de
nacimiento y de acento, a viva voz. Pero se hizo venezolana y, desde entonces,
ya ha sufragado tres veces con su nueva cédula de identidad.
Se levantó temprano, apuró
el café da manhã y acudió a su centro
de votación. Con el meñique aún húmedo, se fue al lugar de encuentro y subió a
un primer carro que la llevó a la frontera.
El 07/O, mientras los
venezolanos escogíamos Presidente, todo el Brasil elegía a sus prefectos y
concejales. Pero sólo del lado venezolano, el paso permaneció suspendido.
Ante el cierre, el gobierno
de Pacaraima definió un punto, sobre la vía Perimetral Santa Elena de Uairén,
para juntar a sus connacionales y trasladarlos hasta la alcabala y de ahí a Villa
Pacaraima, capital de la municipalidad brasilera más cercana a Venezuela.
Rosana –como lo hicieron
unos 400 brasileros más- cruzó la raya divisoria caminando y tomó un segundo
vehículo, también dispuesto por el gobierno local, y llegó a su centro de
votación.
Debió escoger a nueve concejales y un prefecto.
“Tengo que ir, dijo, porque
en Brasil es obligatorio. Para hacer trámites de documentos, exigen el título
de elector” y la mostró.
No hay comentarios:
Publicar un comentario