Al ver las paredes de su residencia, ahumadas y agrietadas, Miguel tan sólo se preguntaba quién lo indemnizaría. Fotos: Morelia Morillo |
Entonces, el Negro golpeó la puerta
del mini apartamento que alquilaba Miguel y le ordenó salir con lo puesto y,
por supuesto, despertar y sacar de entre las sábanas y cobijas a la mujer y a
la niña.
La mujer salió con la niña en brazos
y, al ver el humo y las llamas, comenzó a implorar auxilio.
“Trastor”, Míchi y todos los que a esa
hora trasnochan en La Tribu, un local nocturno ubicado a no más de 100 metros
de la carpintería en llamas, se enteraron a los gritos y, de inmediato, pasaron
la fiesta.
Mientras unos enfriaban las paredes, con
baldes y una manguera de jardín, otros, junto a la mujer y la niña, fueron a
buscar refuerzos: a los policías, al parecer, les costó entender qué podían
hacer en el sitio y, aunque se acercaron, no hicieron nada; los guardias ni se
inmutaron; el camión de los bomberos aeronáuticos tenía la manguera averiada; los
hidrantes apenas escupieron aire y los operadores del sistema de emergencias
171 sólo enviaron a los dos paramédicos de guardia, pues en Santa Elena no hay bomberos;
los paramédicos calmaron los afectados y arrojaron alguna cubeta.
Sobre las tres de la madrugada, la cisterna
de la Alcaldía sofocó el candelero con 5000 litros de agua.
Miguel, el inquilino del mini
apartamento colindante con la carpintería, garantizó que el incendio se produjo
por un cortocircuito.
Otros de los testigos relataron que las llamaradas sobresalían alrededor de dos metros desde las puertas del local, como fogonazos arrojados desde las fauces de un dragón.
Una mujer aseguró que, en la
carpintería, almacenaban 400 litros de gasolina. Ella lo aseguró, pero tal vez
esa certeza no sea más que la auténtica expresión de un temor recurrente entre
los habitantes de esta frontera: un incendio causado por el almacenaje doméstico
de gasolina para el contrabando.
Al alba, mientras buena parte del
pueblo drenaba su indignación por lo sucedido a través de la radio local, el
alcalde anunció que en el presupuesto de 2013 se prevé la conformación del
Cuerpo de Bomberos del municipio Gran Sabana. Miguel desestimó ese anuncio. Al
ver las paredes de su residencia, ahumadas y agrietadas, tan sólo se preguntaba
quién lo indemnizaría.
2 comentarios:
qué desgracia
Asi es Adri, mas alla de la desgracia familiar de los afectados, esta la tragedia de este sitio maravilloso, pero tan olvidado.
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