Valiéndose de dinero, de amenazas, de la fuerza o de simples promesas, los traficantes de niños y niñas penetran en las comunidades indígenas de Gran Sabana. Fotografía tomada de Andina.com.pe |
Este texto fue publicado inicialmente en El Pitazo.com
En menos de dos meses, que para ella son toda su vida, la
bebé de Aguas Negras se separó de su mamá y sus hermanos, quedó a cargo de una
prostituta que se comprometió a cuidarla, viajó en avioneta sobre El Abismo, la
cima rocosa en donde el Macizo Guayanés sede espacio a la Selva Amazónica, fue
presentada por una pareja distinta al hombre y a la mujer que la concibieron, cambio
de nombre, fue rescatada por una instancia de protección y un grupo de
efectivos militares y ahora vive en casa de su familia materna.
A comienzos de octubre, dos días después de parirla, su mamá,
Glenda Castro, una indígena pemón de 20 años, madre ya de dos hijos, se desprendió
de ella a cambio de la promesa de una vida mejor para la bebé, de tener contacto
permanente con su hija y, supuestamente, de 300 mil bolívares, un monto que ni siquiera
le habría sido cancelado de un todo o que jamás recibió, según la versión de
los suyos
Aguas Negras es una comunidad pemón ubicada a 20 minutos de
Ikabarú. Es un caserío de cinco o seis casas -de palma, metal y tabla- en donde
todos son Castro o Mundo. La propia Glenda creció como hija de una tía que no
pudo tener hijos, pero cuando esa tía falleció, Glenda regresó sin
inconvenientes a casa de sus padres biológicos. El caserío se llama así por el
color del riachuelo cercano. Allí hay una
mina de oro ya
desahuciada por los muchos años de explotación, sin embargo algunos insisten rebuscando
el subsuelo.
Ikabarú es un pueblo de calles de tierra que es la capital de
la segunda parroquia del municipio Gran Sabana, en el sureste lejano de
Venezuela hacia el Brasil. En Ikabarú, según la concejal Zaida Almeida,
80% de la población se dedica a la minería. A la fecha, el gramo de oro ronda
los Bs. 90 mil, al cambio vigente en el mercado paralelo aproximadamente los 25
dólares.
"Ella (Glenda) parió en la casa, la
atendió mi mamá y esa mujer (Dugmary) aprovechó que no tenía certificado de
nacimiento (…) La tipa le ofrecía plata, pero en realidad no la agarró (…) Se
dejó llevar porque no tenía apoyo del marido (…) Vive arrimada con mi mamá,
dedicada a los oficios del hogar", relata Noris Mundo, hermana mayor
de Glenda.
"Esa muchacha llevó vaína", dice Noris y saca de una carpeta de pasta marrón el informe
médico del Hospital Materno Infantil "Nossa Senhora de Nazaret", ubicado en Boa Vista, la capital del
brasilero estado de Roraima, a 230 kilómetros de Santa Elena.
De
acuerdo con ese documento, Glenda fue atendida exactamente
cuatro meses antes de
dar a luz. El día cuatro de junio de 2016. Los exámenes revelaron que tenía la hemoglobina en 4,3 y recibió cuatro bolsas de
sangre. Noris dice que en medio de
aquella situación de emergencia su hermana le contó que el marido la había
pateado entre la pierna y el vientre. "Aquí (…) Ellos estaba separados
hace tiempo".
Relata que, el seis de octubre, Dugmary del Carmen Aguilera
García, una mujer de 31 que llevaba aproximadamente siete meses en Ikabarú,
trabajando como prostituta, se acercó al ambulatorio y, con la bebé cargada,
dijo que había dado a luz "en el monte", que se sentía mal y que necesitaba ser trasladada a Santa
Elena. Entonces, subió a la avioneta.
Durante cuarenta minutos, la avioneta que diariamente va de
Santa Elena a Ikabarú y de regreso alternó su ruta entre la altiplanicie y la
alfombra infinita de árboles.
Ya en Santa Elena, la mujer fue al Hospital "Rosario Vera Zurita" y solicitó un Certificado de
Nacimiento argumentando que no lo tenía "porque había parido en el monte". En el formato EV 25, emitido por el principal centro de
salud del municipio, firman como padres Dugmay del Carmen Aguilera García y
Jhon Carlos Santander Barrera. "Y no fue tonta, puso como testigos a
dos pemón", dos jóvenes indígenas, destaca Noris.
"Ella es bonita, tiene buen cuerpo", dice. En la cédula se ve como una mujer blanca, de ojos
grandes y cabellos lisos sujetos en una cola de caballo.
Noris se enteró de lo que sucedía por una llamada de Glenda. "Ella me llama y me dice, hermana es que una tipa así me llevó
a la niña, la llamo y me dice que está en Boa Vista, que está en Puerto Ordaz o
no responde". Noris asegura que su hermana no recibió dinero de parte
de Aguilera porque viajó a Santa Elena sólo con el pasaje, Bs. 30 mil.
La Defensoría del Niño, Niña y Adolescente de Gran Sabana
recibió de los familiares de Castro y su bebé una denuncia por presunto tráfico
de niños en la modalidad de compra.
Más tarde, en una barriada ubicada al sur de Santa Elena, los
efectivos del Destacamento de Fronteras 623 de la Guardia Nacional Bolivariana
(GNB) capturaron a Santander Barrera y Aguilera García quienes fueron puestos a
la orden de la Fiscalía Décima del Ministerio Público del Segundo Circuito
Judicial del Estado Bolívar.
Entre
los defensores existe una auténtica preocupación por la proliferación de la
trata de personas en el municipio más al sureste de Venezuela, territorio
ancestral del pueblo indígena pemón, a más de 1300 kilómetros de
Caracas.
"Este
es el tercer caso de este último trimestre del año (2016) y en un elevado
porcentaje son niños indígenas. Me preocupa la vulnerabilidad de las
comunidades por desconocimiento y necesidad", comentó una funcionaria que
prefirió no ser identificada.
En
el mundo, cada año, entre 800 mil a dos millones de personas son víctimas de este
delito, superado en ganancias por el tráfico de drogas y de armas.
Hay
quienes valiéndose de dinero, de amenazas, de la fuerza o de simples promesas
compran o raptan niños y niñas para después venderlos a redes que se encargan
de colocarlos en adopción, de prostituirlos, de esclavizarlos, de
transformarlos en soldados e incluso de emplearlos como mendigos o sacrificados
en prácticas religiosas.
Entre
quienes siguieron de cerca el proceso existe la percepción de que Aguilera
García sabía lo que hacía y tenía en mente un negocio; de que Santander Barrera
apenas conocía desde cuatro o cinco meses atrás a la mujer con la presentó a la
bebé, de que el padre biológico de la bebé es un muchacho ingenuo que ama a su
primera hija y de que Glenda Castro "no tenía noción, ni conciencia de lo
que estaba pasando".
Por
lo pronto, las dos mujeres están en el Internado Judicial de Vizcaíno y el
hombre en la Cárcel de Vista Hermosa, mientras que la bebé se encuentra con su
familia materna. El abuelo Castro fue a visitar a su hija y llora mucho por
ella.
El
lunes la bebé de Aguas
Negras asistió a su control de vacunas. Vestía gorro rojo y rosa tejido,
camiseta blanca, chaquetita marrón, pantalón rosa, medias blancas y zapatillas
de tela a cuadros rojos y blancos. Su prima de 16 la arrullaba con dulzura, como
a una muñeca muy querida, mientras que ella sonreía. Es un angelito.
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