Gran Sabana no postal

Mi madre siempre dice que vivo "en el fin del mundo". Yo vivo en la Gran Sabana, en el sureste extremo de Venezuela, en un sitio tan distante
y tan distinto que hasta se me ocurrió quedarme a vivir. Los invito a conocer esa Sabana que experimento en mi cotianidad: la Gran Sabana no postal.

viernes, 19 de septiembre de 2014

Directo al surtidor II

Docenas de vehículos ocupaban este patio días antes. Foto: Morelia Morillo

Lo que viene es absolutamente verídico. Lo viví. Minuto a minuto. Nadie me lo contó. Y por eso, debo relatarlo en primera persona: corre septiembre de 2014, día 19 y recién llené el tanque de mi vehículo en tres minutos, después de esperar no más de cinco.

Hasta finales de agosto, en Santa Elena de Uairén, la última ciudad venezolana de cara al Brasil, se esperaba entre dos a cinco horas en cualquiera de las dos estaciones de servicio disponibles.

El cambio, radical entre mi post anterior y este, comenzó mostrarse hace poco más de 20 días y confieso fui incrédula. Por eso no lo registré hasta hoy. Ya ha sucedido antes y el milagro se desmaterializa en el tiempo. El más reciente prodigio de este tipo perduró durante menos de un año. 

Al cierre de agosto, la cola disminuyó y los conductores se enfilaron durante no más de hora y media. Al comenzar septiembre,  durante un máximo de 40 minutos. Sobre la quincena, durante un tiempo tope de 20 minutos y ahora durante no más de 300 segundos.

En esta frontera, como el resto de los extremos del país, se libra la lucha anti contrabando de extracción: La Guardia Nacional Bolivariana (GNB) se ocupa de los puntos de control fijo  y el Ejército de las alcabalas itinerantes; hay menos brasileros aprovechando los favores del cambio; hay menos trocadores en las calles y, por tanto, menos demanda de gasolina.

El personal de Misión Ribas supervisa el cumplimiento de las normas vigentes contra los excedentes de gasolina en la calle. Caras nuevas. Gente de experiencia. Los uniformados se limitan a garantizar la seguridad en las gasolineras y además hay quienes garantizan que la Policía Federal Brasilera está controlando el tráfico de combustible ilegal.


Aún sigo sin creerlo.
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