Gran Sabana no postal

Mi madre siempre dice que vivo "en el fin del mundo". Yo vivo en la Gran Sabana, en el sureste extremo de Venezuela, en un sitio tan distante
y tan distinto que hasta se me ocurrió quedarme a vivir. Los invito a conocer esa Sabana que experimento en mi cotianidad: la Gran Sabana no postal.

domingo, 10 de junio de 2012

El anillo sobre el Sol

El anillo visto de la calle Wei (Fotos: Morelia Morillo)


El anillo visto desde mi patio



Esto debo contarlo en primera persona porque lo viví.

Ese día, al amanecer que siguió al tránsito de Venus frente al Sol, amanecí desconcertada. No vi a Venus pasar. Vivo al Sur extremo y no en el Occidente extremo de Venezuela, que fue en donde (desde nuestro país) pudo observarse mejor ese fenómeno. Pero amanecí  entre desconcertada y más cansada que la noche anterior. Así que decidí salir y trotar.

Ya en la desembocadura de la calle Wei hacia la Troncal 10, que es la vía que une a Santa Elena con la frontera hacia Brasil y mi pista, miré al cielo y vi a ese enorme anillo buscando cerrarse sobre el horizonte. En el centro del aro brillaba el Sol y a ambos lados del Sol un par de ojos de luz.

Me detuve estupefacta y al mirar atrás, como para limpiarme la vista, vi a mi vecino, a Abrahan, un indígena pemón que sabe hacer de todo en tiempo récord y sin sobresaltarse: casas, pozos, curiaras, conucos y todo con esa tranquilidad tan de él.

_ ¿Algunas vez habías visto eso?

_Si. Eso ocurre cuando va a ser un día de mucho sol y, de repente, va a llover.

-Ah!

Seguí caminando. Después troté. Me sacudí el desconcierto y el cansancio, pero (en siete kilómetros) no dejé de mirar al cielo.

Entonces, ya de regreso, vi a Santiago Ramos, “Kurén, el caminante”, un hombre de origen europeo que en 40 o más años ha trillado, a pie, cada rincón de la Gran Sabana y, supe, de inmediato, que nadie como él podría explicarme la razón de aquel anillo.


“Eso es lo que se llama una convergencia intergaláctica, dijo sin mediar interrogantes y sin dejar lugar para las dudas, por eso los tres soles: el nuestro y los correspondientes a las otras dos galaxias. Sólo una nave muy fuerte podría penetrar esa situación porque la energía que se genera es muy fuerte y claro afecta  a los seres humanos porque no somos más que una partícula diminuta en el medio del todo”.


Volví sobre mi calle que está identificada con un letrero azul de bordes y letras blancas que indica Calle Wey, con y, no con i. Wei es un vocablo pemón que significa Sol. En la mitología pemón, Wei es el padre de los Makunaimá, figuras fundacionales de este pueblo indígena. Kakó, la mujer de jaspe, es la mujer de Wei y la madre de los hijos de ambos.

Ese día fue de sol. Después, casi no ha parado de llover.

2 comentarios:

La Azotacalles dijo...

Vaya, que estar frente a una convergencia intergaláctica tiene lo suyo. No tenías otra manera que contarlo que la primera persona.
Un saludo.

Morelia Morillo dijo...

Andre, tienes toda la razon. Negandome a la primera persona, aguarde unos dias antes de escribir, pero -a la hora de las teclas- no tuve de otra.

Gracias por leer y comentar,

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