Durante días, los camiones del Tihany se hospedaron en el patio de la Aduana Ecológica (Fotogafía de Yirla Bolívar). |
El primero se montó en Villa Pacaraima, recostado sobre los hitos, de cara al Brasil. Motos, caballos, trapecistas, un viejo elefante; lo suficiente para recordarnos -o mostrarnos- cómo es el circo y llenar cada función.
El segundo, “el circo de los pela bolas”, apenas si pudo levantar lonas, a un costado de la laguna de Carará en el mero corazón de Santa Elena, cuando ya la Alcaldía le ordenaba desalojar. “Eran una parranda de hippies”, argumentaban algunos. “Tenían muy mal aspecto”, despachaban los otros.
.Luego, vino el Tihany.
Llegó a mediados de junio pasado. Eran las seis de la mañana y, como casi siempre sucede por estos días, una vez más llovía. De entrada, pocos se percataron de su arribo. El pueblo duerme hasta tarde.
Una centena de camiones y casas rodantes atravesó el pueblo por la vía perimetral que une a la Troncal 10 con la carretera Internacional que lleva a la frontera con Brasil. Como cualquier lugareño, sus choferes debieron reducir la velocidad en cada uno de los siete “policías acostados” (reductores) y, finalmente, embalarse rumbo a la Aduana Ecológica de Santa Elena de Uairén.
Pero la enorme carpa del Tihany Spectacular -27 metros de alto de acuerdo con las cifras de la compañía encargada de su show en Venezuela- jamás se montará en Santa Elena de Uairén, la capital del municipio Gran Sabana.
Sería un espectáculo visual: la enorme carpa posada sobre la inmensidad de la Sabana, con el Roraima como telón de fondo; de día, una caravana en el medio de la nada; de noche, un sinfín de lucecitas de colores titilando en la oscuridad infinita; pero los números no dan: el toldo puede albergar a más de 2.000 personas y Santa Elena tiene alrededor de 20.000 habitantes.
Los vehículos pararon en el patio de la Aduana Ecológica durante dos semanas; mientras algún representante del circo se movía en la tramitación de de su permanencia en territorio venezolano.
Por algún motivo, en uno ¿o dos? de esos tantos camiones dormitaban dos tigres y todos los niños del pueblo soñaban con verlos.
“¿Los viste?”, se preguntaban unos a otros. “No, no pude. A esa hora estaban paseando por la pradera”, le respondió una de sus amigas a mi dulce Vio.
.Sin show de despedida, una noche de sábado, la tropa del Tihany se fue rumbo a Puerto Ordaz, a 800 kilómetros de Santa Elena.
Los del Tihany obtuvieron sus permisos y nosotros nos quedamos con las ganas de presenciar su “New Experience” (el espectáculo de la gira) o, al menos, ver a los dos tigres.
1 comentario:
Wow More!!! que manera tan divertida y melancolica de relatar la historia, siento como si la hubiese vivido en carne propia ,sera tal ves por ser de la Sabana q lo entiendo tan claramente!!! Gracias definitivamente me declaro tu fan Numero 1...
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