Suena Para siempre, de Laura Pasini, sometida al sampler y Benedicto se estremece (Fotografía de Morelia Morillo). |
Es 31 de diciembre de 2010 y Benedicto Mella desempolvó su traje de poliéster acanalado color rojo ladrillo, rojo jaspe.
Benedicto nació y aún vive en la comunidad indígena de Kako Paru, que es como los pemón llaman a la Quebrada de Jaspe.
Kako fue la mujer de Wei (el Sol) y ambos los padres de los Makunaima, los temerarios hermanos reconocidos como figuras fundacionales de este pueblo indígena del sureste venezolano. Eso es lo que dice la mitología pemón.
Siguiendo el cauce del río Kako, las casas de los Mella, hechas en bahareque y techos de palma antes y zinc ahora, se encuentran más allá del puesto atestado de turistas, de esas cascadas de reflejos rojizos que iluminan la mitad de las postales de la Gran Sabana.
El sitio de los Mella está al borde la Troncal 10, pero, aun en temporada alta, pocos los visitan.
Viloria es la hermana de Benedicto y la dueña del pequeño campamento turístico y de la bodega en donde hoy se celebra el cierre de 2010 y el comienzo del nuevo año, del 2011.
Benedicto desempolvó su traje de poliéster, lo combinó con una camisa de listas rojas y blancas y sus mocasines marrones manchados de caolín. Luego, se fue a la bodega a tomar cerveza, esta vez no kachiri y a bailar.
El kachiri es una bebida fermentada y se hace de yuca amarga.
Baila solo o acompañado de una turista, cuando no de una sobrina. Solo o emparejado, derrocha gracia, ritmo, presencia. Lo mismo sigue un vallenato de Jorge Celedón que raspa sus canillas al son de los Cristalitos de Roraima.
Los Cristalitos son una orquesta local, de Paraitepui.
Del pen drive acoplado al sistema de sonido –conectada a su vez a la planta de gasolina- salta una bachata y Benedicto suaviza la cadencia; de pronto, suena Para siempre, de Laura Pausini, sometida al estridente sampler y el bailarín se estremece.
En los segundos que median entre un tema y otro, Benedicto camina por el descampado que rodea la bodega. A cada paso, reboza sus mocasines en caolín. En medio de ese deslave de arcilla blanca, sólo el brillo de sendos caballitos plateados alumbran desde en cada uno de sus zapatos. Parecen relinchar y Benedicto vuelve a la pista de baile.
11 comentarios:
QUE BUENO MORE! EN ESTOS DIAS TODOS BUSCAMOS MOTIVOS DE ALEGRIA! Ma.Teresa
Gracias Tei, sigues siendo una de mis lectoras más entusiastas, de esas que animan a seguir.
Divertido y con ese color que sólo tu sabes imprimir en cada relato!
More... segurito que también echaste un pie con Benedicto. Dime si no.
mas fino ese bailarin, more. vamo a echar un pei, que quiero bailar. jajajajaja
Hola Eduardo, gracias por seguir junto a mis pasos por la Sabana.
Moreeeeeee primera vez que te leo.... y me gusto!!!
Ciertamente Nana tiene razón le imprimes un color, una sazón diferente a tu cuento.... te seguiré a ver si me divierto con frecuencia
Un beso y un abrazo grande pa' ti
Adri, gracias por seguirme siempre, a donde quiere que vaya.
Hola Lourdel, gracias por sumarte al grupo. Te aseguro que no te arrepentirás. Un abrazo.
Excelente More!! Tienes muy buen dominio de la narrativa, corta, descriptiva, amena, educativa y agradable. Sigue asi y te convertiras en la cronista de la sabana..
Abrazos,
Querida tía, gracias por tu lectura y por tus muy imparciales apreciaciones. Quúe dios te oiga. Por ahí va la cosa.
Publicar un comentario