Gran Sabana no postal

Mi madre siempre dice que vivo "en el fin del mundo". Yo vivo en la Gran Sabana, en el sureste extremo de Venezuela, en un sitio tan distante
y tan distinto que hasta se me ocurrió quedarme a vivir. Los invito a conocer esa Sabana que experimento en mi cotianidad: la Gran Sabana no postal.

lunes, 8 de junio de 2015

Bulla en San Antonio, bulla en la ciudad

La comunidad de San Antonio del Morichal cerró el paso porque ante el surgimiento inesperado de una mina recibieron a centenares de cazadores de fortuna, incluyendo a miembros de las bandas conocidas como sindicatos. Fotografía: Morelia Morillo.

Era domingo, último día de mayo, cuando el transportista de combustible y su mujer salieron a pasear como otras veces.

Con certeza, dejaron su casa, pasando el río Uairén, a la altura del sector La Planta; tomaron la Troncal 10, rumbo a la frontera con Brasil y, seis kilómetros después, se desviaron hacia San Antonio.

San Antonio del Morichal es una comunidad indígena pemón ubicada aproximadamente a 10 kilómetros de Santa Elena de Uairén, la capital del municipio Gran Sabana, el más distante hacia el sureste del país; un poblado conformado por medio centenar de casas rurales en torno a una churuata de uso comunitario; tienen escuela primaria y ambulatorio; la mayoría siembra o cría para comer o son funcionarios públicos; un lugar sobre los caminos verdes, paso eventual de contrabandista de gasolina, pues colinda con la línea de hitos que separan a Venezuela y Brasil, pero aun así es un asentamiento indígena tranquilo .

Los andantes del domingo traspasaron San Antonio, tomando la vía de Tukuyén, la carretera de granza agujereada que lleva hacia el extraordinario Puente Makunaima, un arco macizo anclado por la naturaleza en los extremos de un lecho rocoso sobre el cual corre un río de aguas oscuras, un lugar sagrado.

Los Makunaima son los protagonistas de muchas de las leyendas pemón, habitantes ancestrales de la Sabana. Se dice que los Makunaima pisaron sobre el paso pétreo y viajaron hacia Remonotá, en las llanuras del Río Branco, en Brasil.

En cambio, los caminantes del último domingo de mayo debieron detenerse al alcanzar Pozo Azul o Pozo Arcoíris. No se sabe si tomaron un baño, pero sí que caminaron sin más interés que el de explorar, despejarse, salir de la rutina.

Entonces, a la mujer le dieron ganas de orinar. Se agachó y a sus pies, bajo el orine espumoso, descubrió que entre las piedras sueltas titilaban pequeños destellos dorados. Con asco, tal vez, y empleando su pulgar y su índice a manera de pinza extrajo un cochano de oro puro.

Llamó a su marido. A lo mejor gritó. Aunque el hombre se encontraba cerca. Él llegó de inmediato. Cuentan  que comenzaron a escarbar con las herramientas que llevaban en el carro -un machete, una pala, un pedazo de tubo – pero que, aun así, a media tarde él completó poco más de 100 gramas de oro y ella al menos 70. A la fecha, el gramo de oro en la frontera ronda los 10 mil bolívares.

Sus conocidos relatan que comenzaron celebrando en privado, sin aspavientos, pero que la euforia, marinada alcohol, los sacó de la prudencia.

Uno de los choferes que transportó gente hasta el sitio, relata que "como dicen en Twitter, la noticia se hizo viral hasta convertirse en trending topics", si bien la novedad se corrió de boca en boca.

Los mineros llaman "bulla" a los sitios en donde, tras un primer movimiento de tierra, comienza a salir oro en grandes cantidades; se corre la voz y, repentinamente, se concentra mucha gente en busca de fortuna.

Son las cinco de la mañana del lunes y un ejército de motos chinas transitan por la Troncal 10 rumbo al sur. Sobre los sonoros vehículos de dos ruedas van uno, dos, tres ocupantes, hombres y mujeres. Llevan botas de hule, baldes, bateas mineras y palas. A media mañana, en las calles de Santa Elena sobran quienes buscan bateas mineras en compra o alquiler y apenas quienes se muestran dispuestos a venderlas o alquilarlas. Las bateas son una especie de taza de madera de fondo puntiagudo que sirve para separar manualmente el oro del resto del material que arroja el suelo, el mineral precioso de la tierra y de las piedras.

Sobre las 10, el valle cercano a Pozo Azul, habitualmente desierto, "parecía un Mercal", según la descripción del transportista. El no quiso sumarse, pero calcula que al menos 800 hombres y mujeres, indígenas y foráneos, volteaban el suelo.

El valle y el cerro a sus espaldas también forman parte de la tradición pemón. Los abuelos contaban que allá resguardaban sus huevos las aves migratorias.

Los del fundo cercano lavaban el material en el Pozo Azul, transformado súbitamente en un lodazal marrón, mientras los foráneos lavaban en los nacientes. El agua cristalina se torna turbia y el valle un reguero de promontorios y boquetes.

"La gente se está volviendo loca. Se les ve llegando normales y al rato ya son otros. La necesidad y la avaricia cambian a la gente", analiza el transportista.

Llegan en vehículos 4X4, en motos, en automóviles. Es lunes y en las calles apenas circulan los taxis. Es martes y en las estaciones de combustible, normalmente congestionadas por el contrabando, apenas hay filas de cinco carros por surtidor.  En la ciudad fronteriza priva un letargo poco usual.

El martes la migración se hace masiva. Jorge Gómez, el coordinador del Consejo de Caciques Generales del Pueblo Pemón, dice que al sitio llegaron al menos 1000 personas, entre conocidos y desconocidos, indígenas y no indígenas.

El minero con más de 20 años en el negocio sufrió un percance, que pudo ser mortal y no logró salir de su casa. Mientras se recupera, una comisión de la Guardia Nacional Bolivariana (GNB) llega al lugar y detiene las excavaciones bajo el argumento de que hay que esperar la evaluación ambiental.

Dada la fragilidad de la Gran Sabana y su incalculable valor ambiental, la mina sólo les está permitida a los pemón, a los habitantes ancestrales de esta tierra, siempre y cuando trabajen artesanalmente y recuperen las áreas afectadas.

"Siempre pasa lo mismo, cuando hay una bulla, los guardias cierran y sólo dejan trabajar a sus amigos. Así pasó en Chirikayén", dice el veterano.

Gómez cuenta que entre los 1000 destacan cuatro que amenazan al resto con armas de alto calibre, que se burlan de los habitantes tradicionales del lugar, que sueltan promesas letales, que se identifican como residentes de una de las nuevas invasiones ubicadas en el extremo oriental de Santa Elena de Uairén, en lo que se conoce como Caño Amarillo, que al parecer ellos entraron por las trochas desde Sampai, la comunidad aledaña a Caño Amarillo, que la GNB los detuvo.

En Santa Elena se dice que la mina de San Antonio ya botó al menos 50 kilogramos del metal amarillo. Pero otras voces lo desmienten. El rumor suma ceros a la derecha a las cantidades de oro obtenidas.

Es jueves y sobre el puente que sirve de acceso a la comunidad se extiende un pendón según el cual el paso fue "Cerrado por desición de la comunidad". Aunque el portón se corre cada vez que se aproxima un capitán indígena con su comitiva.

Milagros del Valle Suárez explica: "decidimos cerrar desde el martes porque la gente pensó que aquí había una bulla, pero aquí no había bulla nada y ya estaban aquí los de los sindicatos del 88"¨. En el sur profundo de Venezuela se conocen como sindicatos a los grupos armados que controlan las minas.

Hoy, jueves, el mundo cristiano celebra el Corpus Christi. En Brasil es día feriado y buena parte de los habitantes de los estados brasileros de Roraima y Amazonas circula por la Troncal 10 rumbo a Santa Elena. El real brasilero se mantiene sobre los 100 bolívares. En los estantes de los supermercados chinos apenas hay mercancía. El resto se encuentra en las bodegas y mini abastos. Pero los brasileros pagan en reales. Bulla en San Antonio. Bulla en la ciudad.


12 comentarios:

AlejoWalls dijo...

Qué triste como la falta de autoridad nos está dejando deslizar cada vez más profundo en el hueco de la más pura decadencia

Morelia Morillo dijo...

Ale hermano, Que bueno saber que me lees. Y así es, sólo en un país sin autoridad es posible la destrucción de uno de los lugares más hermosos e importantes, en cuanto a potencial ambiental, de este planeta.

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Unknown dijo...

Hola Morelia, muy realista el articulo mostrandonos la dura verdad que estamos viviendo. Un abrazo a ambos!

Anónimo dijo...

Yo casualmete visite S.E un 1 de junio y todos los hoteles baratos full, indigenas hasta de Canaima llegando, que lugar tan loco, y más loco con la bulla de San antonio ahi mismito a ladito de la frontera con Brasil

ahh y todo cariiiisimo, menos para los brasileños que no les importaba pagar 1200 bolos por una bolsa de Ace grande

Morelia Morillo dijo...

Gracias por visitar Las crónicas, por comunicarte y por corroborar con tu testimonio lo que por acá se escribe.

Unknown dijo...

Increíble las cosas que se viven en esa tierra, tierra amada que me atrapa cada vez que transito por ahí, un gusto leerte.
Es absurdo que la barbarie esté alcanzando nuestro último paraíso, un gusto leerte.

Saludos.
Carlos,
Un guaro apasionado por Santa Elena de Uairén y el bello estado de Roraima.

Morelia Morillo dijo...

Gracias por leer. Carlos Alberto.

Morelia Morillo dijo...

Gracias por leer. Carlos Alberto.

Morelia Morillo dijo...

Gracias por leer. Carlos Alberto.

Morelia Morillo dijo...

Gracias por leer Carlos Alberto. Un abrazo

Morelia Morillo dijo...

Gracias por leer Carlos Alberto. Un abrazo

Morelia Morillo dijo...

Gracias por leer Carlos Alberto. Un abrazo

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