Una escultura inconclusa de nuestra patrona vela por nosotros (Fotografía de Tewarhi Scott). |
Ch y R llevan cinco años juntos. Ella es indígena pemón y él mestizo. R es hijo de una mujer pemón con un hombre no indígena o criollo.
Ch y R vivieron en una habitación con entrada independiente y luego pasaron una temporada en donde la mamá de él. Ahora, arriendan una casa en Kewei.
Ninguno de sus primos o hermanos pemón, casados con pemón, saben lo que es mudarse lejos del hogar materno y mucho menos alquilar o comprar casa.
Al casarse, los jóvenes pemón apenas si migran de una a otra comunidad. Tal vez, prueban suerte en otra. Tal vez, apuestan a la mina. Pero regresan al sitio familiar, al conuco, a sus costumbres, al amparo de sus ancianos, a lo conocido, a lo seguro y ahí pasan el resto de la vida, sin mayores alteraciones.
Es un asunto de pureza. R no es puro.
Kewei es el barrio más grande de Santa Elena de Uairén, la capital municipal y la única población con mayoría criolla en el inmenso municipio Gran Sabana.
A Kewei se le conocía como La invasión, dado su origen fechado a mediados de los noventa. Pero a alguien se le ocurrió que era prudente rebautizarlo con el vocablo indígena Kewei, tal y como el río que bordea la zona y así se quedó.
Es un barrio como muchos otros de Venezuela: por radio, sus vecinos imploran agua potable; en invierno, reclaman que las casas se anegan por falta de drenajes y, en verano, que los ahoga la polvareda; denuncian que la vialidad están acabando con sus carros y que no hallan qué hacer con la basura.
En Kewei viven criollos, brasileros, guyaneses e indígenas como Ch. Ella es de lejos y arriesgó su derecho a vivir en una de las comunidades cercanas a Santa Elena el día en que se unió -“se metió a vivir”, dirían acá- con un mestizo.
En la Gran Sabana , son mestizos los hijos de indígena con un criollo o criolla. El término no es despectivo. Cuando el objetivo es deshonrar a los mestizos, entonces se les llama “media sangre”.
Probablemente para resguardar sus tierras ancestrales, el Consejo de Ancianos de Wará, una comunidad indígena ubicada a menos de un kilómetro de Santa Elena, ordenó (a comienzos de 2009) la ocupación de la cara este del cerro Akurimá y allá mandaron a vivir a los casados con mestizos o criollos.
Para ellos fue un golpe de suerte, pues en Santa Elena ya escasean los terrenos donde construir. Casi todo es tierra indígena o parque nacional.
Andrés Gómez -así se llama la barriada mestiza- creció sobre un médano de arenas grises. Sólo las calles fueron rellenadas con granzón rojo. Las bases de las viviendas debieron abrirse paso y afianzarse en el arenal.
Sobre la arena –y de espaldas a la escultura inconclusa de la patrona del pueblo- todos los vecinos construyen de prisa, como si temieran perder el terreno ganado. Ellos saben que la suerte no siempre está de su lado.
2 comentarios:
No sabía que había un rechazo semejante a matrimonios mixtos.
Supongo que es una manera drástica de mantener su identidad en un mundo donde los indídenas sacan el palillo más corto en casi todos los encuentros interculturales.
Sería interesante que se promoviese el bilingüismo entre familias de criollo e indígena. ¿Hay algún tipo de clase de pemón en las escuelas de Santa Elena?
Hola Kepler,
Ante todo gracias por leer y, sobre todo, por participar.
Te cuento: la Unidad Educativa "Fe y Alegría" enseña pemón a todos sus estudiantes tanto criollos como indígenas. También comparten en torno a costumbres como el tumá, el típico consomé pemón.
Además, en las comunidades indígenas, las aulas están a cargos de graduados en Educación Intercultural Bilingüe. Lamentablemente, estos maestros, egresados de la UPEL, pocas veces se manejan con la misma perfección en ambos idiomas.
Seguimos en contacto,
Morelia
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