Sobre las diez
de la mañana de ayer, la mujer detrás del parabrisas, llegó a la cola de acceso
a la Estación de Servicio PDV ubicada en el cruce de las avenidas Perimetral y
Mariscal Sucre de Santa Elena de Uairén y, de inmediato, un hombre sin
identificación, anotó el número 199, con betún líquido blanco, sobre el vidrio de su vehículo.
Santa Elena es
la última ciudad venezolana hacia el sureste profundo, de cara al Brasil. En
Roraima, el estado brasilero fronterizo con Venezuela, un litro de gasolina
cuesta 3,71 reales y en las calles de Santa Elena un real se cambia por al
menos 35 bolívares.
En hora y media,
encendió y apagó su carro en al menos siete oportunidades, se comió una torta hecha
de harina integral, se tomó un litro de agua, se despejó las cejas, hizo varias
llamadas y casi terminó de releer El
leopardo al sol de Laura Restrepo.
Y también le
cuidó el puesto a la conductora, taxista, del automóvil numerado con el 198,
quien le confesó que debía ir a su casa pues le urgía ir al baño. Y además vio
como el vocero de un consejo comunal levantó los conos y la cuerda para que
entraran, sin cola y sin número en Griffin, los conductores de los dos enormes
4x4 de un ferretero local.
Desde hace
alrededor de cuatro anos, la Alcaldía de Gran Sabana emitió un decreto
regulando a 40 y 60 litros, dependiendo de la cilindrada, la cantidad de
gasolina que cada carro puede cargar. Esto como parte del plan para reducir la
cantidad de combustible en las calles y así su tráfico hacia el Brasil. Y,
desde comienzos de esta semana, el tope se redujo a 20 litros por carro.
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